Propósito del proyecto
Los sistemas productivos en el Uruguay han sufrido un proceso de intensificación en la última década. Esta intensificación se dio a través de tres principales procesos simultáneos. Por un lado, se dio una concentración de los sistemas, ya que la producción nacional aumentó a una tasa del 5.3% entre 2002 y 2014 (INALE, 2015), mientras que la tasa de reducción en el número de explotaciones estuvo alrededor del 3% anual, derivando en sistemas de producción de mayor escala. Por otro lado, la alimentación de los rodeos sufrió cambios en la última década, principalmente a partir de un incremento de la suplementación con concentrados. Según FUCREA el uso de suplementos por vaca masa se duplicó entre 2000 y 2012. Este cambio fue acompañado de mejores prácticas de alimentación, incluyendo en muchos casos el balanceo nutricional de dietas, uso de dietas mezcladas e instalaciones para la suplementación o encierre, entre otros. El aumento de producción observado a nivel nacional en la última década se dio en base a un aumento en los litros por hectárea a partir de mayor carga (vacas masa/hectáreas vaca masa) y producción individual (litros/vaca masa/año), mientras que la superficie de producción fue incluso reducida en un 20% (DIEA 2014; Chilibroste, 2015).
Adicionalmente, el recurso suelo se encareció en términos relativos un 928% entre los años 2002 y 2015 (DIEA, 2016). Este proceso fue probablemente debido a la competitividad de otras actividades alternativas, en particular la agricultura de soja. La competitividad en el uso de dicho recurso se mide a través de su capacidad para proveer forraje (entendido como la suma de pasturas, verdeos y reservas forrajeras) de calidad al sistema y ser convertido en leche (Fariña et al., 2011 a). Existe una fuerte asociación entre consumo de forraje por hectárea y margen de alimentación (Chilibroste, 2015). Sin embargo, las empresas de producción de leche no mejoraron en su competitividad en el uso del recurso tierra, que representa el principal componente del activo total del negocio. En este sentido, respecto de lo que concierne a la pastura, podemos ver que incluso los productores con acceso a asesoramiento no han logrado superar en promedio los 3.000 kg MS/ha/año de pastura consumida por pastoreo directo (Programa de Producción Competitiva de Conaprole, 2015).Considerando que los crecimientos acumulados promedio de 5 años del sistema de monitoreo satelital de Conaprole arrojan totales entre 11.000 y 12.000 kg de MS/ha/año en secano para praderas de gramínea y alfalfa respectivamente, y de 9.500 kg de MS/ha/año para raigrás, está claro que existe un gran potencial de mejora en el uso del pasto.
La lechería de Uruguay deberá alcanzar bajos costos de producción para desarrollarse en un futuro contexto global de volatilidad creciente. Esto está evidenciado hoy por la tendencia hacia el desmantelamiento de los mecanismos de protección de precios de las principales regiones exportadoras de leche (recientemente la Unión Europea y, en menor medida, Estados Unidos) y la presencia de nuevos actores de economías en vías de desarrollo por el lado de la demanda. Típicamente, en los sistemas productivos lecheros la alimentación representa el principal componente del gasto directo. El Uruguay produce leche a un costo más bajo que sus competidores como Estados Unidos, Europa, Nueva Zelanda y Australia (IFCN, 2014) debido a la posibilidad de producción de leche a partir de pasto cosechado por pastoreo y por poseer menores costos de mano de obra y capital que los países desarrollados (INALE, 2015). Esta es una ventaja que deberá mantener para ser competitivo en el futuro. Sin embargo, los establecimientos comerciales que alcanzan las más altas producciones de leche por hectárea, con hasta 12.000 litros/ha/año (FUCREA, 2015) se encuentran con niveles de suplementación con concentrados por vaca de hasta 12 kg. de materia seca/día, lo cual podría considerarse cercano al límite superior para una alimentación saludable en condiciones de sistemas semi-pastoriles. Según FUCREA (2016) el gasto en concentrado representa el 75% de los gastos de alimentación, principal gasto directo en una empresa lechera.
Por ende, para poder seguir aumentando productividad sin incrementar la dependencia de suplementos externos, los predios productivos de Uruguay deberán ser capaces de lograr una mayor producción y utilización de forraje por hectárea y convertirla en leche eficientemente. En este proceso de intensificación será necesario desarrollar nuevas estrategias para la alimentación del rodeo que permitan maximizar la cantidad de pastura cosechada de forma directa y una suplementación acorde con este objetivo.
En términos de estrategia de alimentación la suplementación (forrajes conservados y concentrado) juega un rol clave. Independientemente del sistema productivo la suplementación llega a representar, en algún período del año, no menos del 50% de la dieta. Esto se da por dos motivos principales. En primera medida debido a que las temperaturas durante el invierno restringen el crecimiento de las pasturas a valores de entre 13 y 15 kg de MS/ha/día (Seguimiento Satelital CONAPROLE, 2016). Por otro lado, la frecuencia de condiciones climáticas extremas restringe el acceso de las vacas al pastoreo. Durante el otoño e invierno esto se da típicamente por excesos hídricos en el suelo que lo hacen susceptible de daño por pisoteo y durante el verano por la ocurrencia de altas temperaturas y condiciones de sequía que pueden provocar el detenimiento del crecimiento de las pasturas.
En la actualidad conviven en Uruguay sistemas de alta producción por hectárea con diferentes formas de suministro de los suplementos, las cuales están asociadas a la estrategia de alimentación del sistema. A grandes rasgos se podrían distinguir dos estrategias contrastantes. Por un lado, la implementada por empresas que, típicamente, suministran del concentrado energético dentro de una ración parcial mezclada (RPM), requieren el uso de un carro mezclador (mixer) siempre que se suministre suplemento y cuentan con comederos de hormigón (Giúdice, 2016). El nivel de concentrados de estos sistemas se encuentra entre 1.5 y 1.8 toneladas de MS/VM/año. Por otro lado, otras empresas implementan una estrategia de suplementación en la que el concentrado es suministrado dentro de la sala de ordeñe, por lo cual no requieren necesariamente del uso de mixer y patio de hormigón, y sólo suministran fuera de la sala reservas de forraje (silaje o heno). El nivel de concentrados de estos sistemas se encuentra entre 0.5 y 1.1 toneladas de MS/VM/año (Giúdice, 2016). Estas diferentes estrategias de alimentación conllevan consecuencias importantes en cuanto a los procesos productivos que se dan en el tambo, tanto sobre el animal como sobre el ambiente y sobre las personas y la interacción entre estos. En el pasado, estos sistemas se han ido estableciendo en el sector por preferencias personales de los responsables de las empresas o sus asesores, ya que no existe evidencia experimental sobre los efectos comparados de estos sistemas.
Un aspecto de creciente relevancia para la intensificación sustentable de los sistemas productivos es el efecto de las diferentes estrategias de alimentación sobre el bienestar de las personas. En este sentido, la concentración de los sistemas, que ha conllevado un aumento en su escala promedio, ha aumentado la presión de trabajo sobre las personas (Fariña, 2016). En términos cuantitativos, por ejemplo, según el relevamiento de INALE (2014) la mayor longitud de los ordeñes se da en los tambos más grandes donde la infraestructura se encuentra sub-dimensionada (3,9 horas en los tambos del quintil superior por escala vs. 1,8 horas en los tambos del quintil inferior). Más allá del dimensionamiento de la infraestructura de ordeñe, existen otros aspectos que pueden afectar la calidad del trabajo y bienestar de las personas como lo son los horarios, el barro en callejones, accesos y comederos (AACREA, 2014). No está claro si existen diferencias en términos de bienestar de las personas entre los sistemas con distintas estrategias de alimentación.
Por otro lado, estas estrategias de alimentación son implementadas sobre rodeos lecheros de características genéticas contrastantes. Si bien el rodeo lechero de Uruguay está compuesto en un 83% por vacas de origen genético norteamericano (INALE, 2015), existen proporciones crecientes de animales de menor tamaño y diferente origen genético: el ganado cruza representa un 9% y el Holstein neocelandés un 6%. Estos genotipos tienen marcadas diferencias en cuanto a su performance productiva e interacción con el ambiente. Las vacas Holstein neocelandés, por ejemplo, tienen menor tamaño, menor producción de volumen, pero mayor % de sólidos, longevidad y fertilidad que las de origen Holstein norteamericano (Harris y Kolver, 2001). Diversos estudios en otros países con sistemas de base pastoril y perfil exportador han demostrado que existe una fuerte interacción entre estrategia de alimentación y genotipo (Kennedy et al., 2003; Horan et al., 2005a; Roche et al., 2006), con efectos sobre productividad bio-física, resultado económico y salud animal (Horan et al., 2005b; McCarthy et al., 2007a; McCarthy et al., 2007b; Olmos et al., 2009; Sheahan et al. 2011), entre otros factores. Los sistemas productivos evaluados en los estudios mencionados difieren sustancialmente de los presentes en el Uruguay, tanto desde las condiciones agroclimáticas (combinación suelo, régimen hídrico y temperaturas) como desde el diseño del sistema productivo, en particular las rotaciones de pasturas/cultivos y el estacionamiento de las pariciones. Si bien esta temática se ha explorado previamente en el Uruguay (Pereira et al. 2010 a,b) han sido evaluaciones circunscritas al seguimiento de animales individuales con diferente mérito genético pero manejados como un solo rodeo en establecimiento comerciales.
En síntesis, será posible a futuro para los sistemas de producción de Uruguay dar un salto de intensificación productiva basado en una mayor producción de leche a partir de forraje propio. Sin embargo, no existen evidencias para determinar qué tipo de estrategia de alimentación resulta más sustentable desde lo productivo, económico y humano para lograrlo. Por otra parte, tampoco está claro cómo se adaptan los diferentes genotipos lecheros a estas estrategias en las condiciones particulares de Uruguay. En ese sentido, es relevante conocer el impacto de estas diferentes estrategias y genotipos sobre el costo de producción por litro de leche o kg. de sólido, resultado económico global y riesgo, el bienestar de las personas y también sobre variables biológicas relevantes como la producción de leche, su calidad y el bienestar animal.
Para describirlo de otro modo, la pregunta a investigar es:
“¿Cuál es la sustentabilidad productiva, económica y humana de diferentes estrategias de alimentación para aumentar la producción de leche y el consumo de forraje por hectárea?”
Resumen ejecutivo
Entre 2002 y 2015 los sistemas lecheros de Uruguay intensificaron su producción por hectárea principalmente a través de un aumento del 311% en el uso de concentrados (CONAPROLE, 2016), los cuales pasaron a representar las ¾ partes del costo de alimentación de los sistemas (FUCREA, 2016). Sin embargo, el forraje consumido por hectárea (por pastoreo o reservas) sólo aumentó un 24 % en ese mismo período. Teniendo en cuenta que el precio de la tierra aumentó en un 928% entre 2002 y 2015 (MGAP-DIEA, 2016), será preciso incrementar los niveles de producción y aprovechamiento de forraje por hectárea para alcanzar un uso de la tierra competitivo frente a otras actividades. No está claro para el Uruguay qué tipo de estrategia de alimentación a nivel de sistema resulta más sustentable desde lo productivo y económico para lograr dicho objetivo. Hoy los productores implementan diferentes estrategias de alimentación. Por un lado existen quienes parten de una base de cultivos anuales para silo y los suministran en comederos como dieta total mezclada (“TMR”) y, por otro lado, los que se basan principalmente en el pastoreo directo de pasturas y verdeos, suplementando sólo con concentrados y reserva de pastura (INALE, 2016). Además, estas estrategias de alimentación son implementadas sobre rodeos de diferentes genotipos, con conformación y potenciales productivos (volumen y composición) contrastantes. No existe información local sobre el efecto diferencial de estas estrategias sobre los diferentes genotipos presentes, su nutrición, metabolismo, bienestar animal, calidad de la leche ni sobre el sistema suelo-planta. Es necesario determinar para el Uruguay qué combinaciones de estrategia de alimentación y biotipo son las más sustentables en términos productivos, económicos y sociales (bienestar humano). El presente proyecto evaluará en condiciones de campo y a escala de sistema completo durante 3 años consecutivos, sistemas (módulos comparativos) diseñados para lograr una alta producción de leche por hectárea (1000 kg sólidos/año/ha de vaca masa) a través de una alta cosecha de forraje (10 toneladas MS/año/ha VM) combinando dos estrategias de alimentación y dos genotipos contrastantes. El diseño experimental consistirá entonces de 4 tratamientos (sistemas) en un arreglo factorial de 2 x 2. Una estrategia de alimentación representa los sistemas con mayor uso de reservas y TMR, y mantiene una dieta con 33% de la MS consumida representada por concentrado, reservas y pastoreo directo, respectivamente (denominada “Conduce Dieta”). La otra estrategia representa sistemas que apuntan a maximizar el % de pastoreo directo, manteniendo una base de concentrado de 33% promedio anual, pero maximizando el % de pastoreo directo, y usando las reservas como “buffer” o “relleno” (denominada “Conduce Pasto”). Un total de 60 vacas de genotipo de origen americano, con aproximadamente 600 kilogramos de peso vivo y al menos 75% de su genotipo de origen de Canadá o Estados Unidos (denominada “Holando Grande”) y 60 vacas de aproximadamente 500 kilogramos de peso vivo y 75% de su genotipo de origen de Nueva Zelanda (denominada “Holando Chico”) serán divididas en igual número entre las 2 estrategias (Conduce Dieta o Conduce Pasto), generando así 4 grupos de 30 vacas que corresponderán a los 4 tratamientos (sistemas). Se asignará a cada tratamiento 10 potreros con características de suelo similares e igual distancia al tambo. La carga promedio anual en kilogramos de peso vivo por hectárea será igual en todos los tratamientos (sistemas), ajustando el tamaño de los potreros al inicio del experimento acorde a ese objetivo. Se registrará diariamente la producción de leche individual y el consumo grupal de pastura, reserva y concentrado, y quincenalmente el control lechero, mediciones de peso y condición corporal. El estudio de sistemas servirá de base a para monitoreos específicos acotados en el tiempo para evaluar efectos de los sistemas sobre bienestar animal, bienestar humano, aspectos nutricionales, calidad de leche y aspectos específicos de la pastura. A partir del seguimiento pormenorizado de las variables físicas y biológicas, la performance productiva del sistema global y el registro de las actividades operativas diarias (e.g. horas de uso de tractor, aplicaciones, tareas de armado parcelas) se evaluará el resultado económico global de cada sistema.