El Uruguay históricamente ha dependido en gran medida del petróleo y sus derivados para el transporte tanto industrial como particular y para la generación de energía eléctrica. En los últimos años se ha promovido el estudio y la utilización de fuentes alternativas de materias primas a ser incluidas en la matriz energética nacional a los efectos de lograr una mayor independencia energética a la vez de un ahorro de divisas. Por otro lado, el país tiene muy buenas condiciones de clima y suelo para el cultivo de especies forestales lo que determina que se obtengan niveles muy altos de productividad en tiempos relativamente cortos y en amplias regiones a lo largo de todo el territorio. Esto determina que las plantaciones forestales merezcan ser evaluadas como posibles materias primas para la generación de energía, teniendo en cuenta que existen numerosos ejemplos de este tipo en varios de los países de la región. Hasta el momento los cultivos forestales se han destinado a la producción de celulosa y productos derivados de la madera sólida. Para estos sistemas de producción se ha generado información local y en algunos casos adaptado de otras originadas en países con objetivos de producción similares a los nuestros. En estos casos se han utilizado densidades de plantación de entre 1000 a 1600 árboles por hectárea y con sistemas de intervención de los montes (para productos sólidos) que implican diferentes esquemas de podas y raleos en distintas etapas del cultivo. En función del tipo de producto a obtener los turnos de cosecha varían de 8 a 10 años para celulosa y 15 a 18 años para madera sólida. La tecnología para la producción de biomasa es sustancialmente diferente a la anterior en el sentido de que se utilizan niveles de densidad de plantación muy superiores y turnos de cosecha relativamente más cortos a los mencionados anteriormente. De todas las etapas del proceso, la primaria es la que presenta los mayores interrogantes, en aspectos vinculados a sus aspectos productivos y de sustentabilidad ambiental. Es importante señalar que la caracterización de los aspectos productivos y costos ambientales son altamente dependientes de: el material genético, tipo de suelo y densidad de cultivo. Estas variables provocarán diferentes respuestas en la tasa de producción, uso del agua y exportación de nutrientes. Sobre este tipo de plantaciones energéticas prácticamente no se ha generado información en el país en aspectos tanto silviculturales como logísticos de producción de biomasa. En cambio, si se han registrado avances desde el punto de vista de la transformación tecnológica de la madera para la obtención de dendroenergía y bicombustibles, fundamentalmente etanol. Por otro lado existen algunos emprendimientos comerciales para la generación de energía eléctrica a partir de residuos forestales y agrícolas. A su vez se debe cuantificar el poder calórico de los diferentes cultivos energéticos lo cual depende en gran medida de la cantidad de materia seca obtenida aunque también inciden aspectos de la composición química de las maderas de las diferentes especies forestales. Asociado a la capacidad calórica es importante evaluar el potencial de producción de etanol y (a través de metodologías desarrolladas recientemente en al país) la producción de melaza y/o alcohol a partir de chip de madera. En función de lo mencionado surgen algunas interrogantes tanto productivas como tecnológicas y ambientales sobre la posibilidad de generar biocombustibles de los denominados de segunda generación a partir de materiales lignocelulósicos. En este sentido, en primer término, es necesario determinar el potencial de producción de biomasa a través de especies de relativo rápido crecimiento en los distintos suelos forestales del país. Para esto se deben identificar cuales serían las especies de mayor crecimiento y las densidades de plantación óptimas a lo largo del ciclo del cultivo. Conjuntamente, es de vital importancia la evaluación de la sostenibilidad de este tipo de sistemas de producción desde el punto de la extracción y reciclaje de los principales nutrientes del suelo. Buscar altos niveles de producción de biomasa, con altas densidades y en tiempos relativamente cortos desde el punto de vista de la forestación tradicional podrían provocar altas tasas de extracción de nutrientes, lo que en principio requeriría una alta reposición de los mismos a través de fertilización en rotaciones siguientes o de reincorporación al suelo de restos de cosecha