La producción convencional de frutas y hortalizas se ve afectada por numerosas enfermedades y plagas que producen no solo disminución de los rendimientos sino también de la calidad de los productos obtenidos. Dado que los mercados están acostumbrados a exigir productos de calidad y a un costo razonable se hace necesario disminuir esas pérdidas al máximo de forma de mantener la rentabilidad de la producción. Tradicionalmente eso se ha logrado realizando el control de enfermedades y plagas mediante la aplicación intensiva de plaguicidas de síntesis a un alto costo económico, ambiental y social. Actualmente cada vez más los consumidores y la opinión pública se preocupan por la sustentabilidad de la producción agrícola y la inocuidad de los alimentos, es así que se hace imprescindible contar con métodos alternativos que permitan un manejo integrado de plagas y enfermedades respetuosos de esos valores. Desde su creación INIA ha dedicado importantes esfuerzos en desarrollar alternativas de manejo de enfermedades y plagas que afectan a cultivos horti-frutícolas tendientes a disminuir, racionalizar y reemplazar la aplicación de plaguicidas. Muchas de esas alternativas hoy ya han sido adoptadas por los productores (sistemas de pronóstico de enfermedades, manejo regional de plagas, controladores biológicos, etc.). Sin embargo aún existen problemas en el manejo sanitario para resolver y mejorar. Han surgido nuevos desafíos sanitarios, algunos provocados por los cambios introducidos en el manejo y otros emergentes derivados del cambio climático y/o de cambios en el movimiento internacional de materiales de propagación o productos que contienen plagas y patógenos (p.ej. Bemisia tabaci, fitoplasmas, algunas bacterias y virus, etc.). Asimismo han surgido nuevas oportunidades para estudiar e incorporar a nuestra producción, fundamentalmente en el área de control biológico y de productos alternativos (inductores de resistencia, extractos vegetales) que han dejado de ser conocimientos puramente académicos a transformarse en productos de uso comercial en otras regiones. Esto exige la realización de una etapa de experimentación local que avale su efectividad, las adapte a nuestras condiciones de cultivo y las integre a las otras medidas de manejo en uso. Muchas veces, de no existir ese paso, se descartan herramientas valiosas o, por el contrario, se adaptan tecnologías innecesarias que no aportan beneficios a nuestro proceso productivo.