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08/09/2015
INIA Dirección Nacional

La institucionalidad agropecuaria celebro el Dia Nacional de la Conservacion de los Suelos

En el marco del Año Internacional de los Suelos, se celebró este 2 de setiembre el Día Nacional de la Conservación de los Suelos en conferencia de prensa realizada en la Sede Central del MGAP, con la participación de la Directora de la Dirección de Recursos Naturales, Ing. Agr. Mariana Hill; el Oficial a cargo de la representación de FAO en Uruguay, Ing. Agr. Vicente Plata; el Director del Programa Producción y Sustentabilidad Ambiental de INIA, Ing. Agr. José Terra; del representante de la Sociedad Uruguaya de Ciencias del Suelo, Ing. Agr. Juan Carlos Canabal; del Ex decano de la Facultad de Agronomía, Ing. Agr. Fernando García y de la Presidente de la AIA, Ing. Agr. Daiana Martín.

Los suelos y su conservación en el escenario de la intensificación productiva sustentable

Los recursos naturales son estratégicos para el desarrollo económico del país, el funcionamiento de los ecosistemas y para la calidad de vida de la población. Uruguay es un país privilegiado en la disponibilidad de recursos naturales. En relación a sus suelos, es destacable que la casi totalidad del territorio es apto para diversas actividades agropecuarias.

A pesar de su tamaño, sin grandes accidentes geográficos, con un clima similar en toda su extensión y una vegetación original principalmente de pradera, Uruguay tiene una heterogeneidad de suelos importante. Esta variabilidad, representada por 7 de los 12 órdenes de suelos existentes en el mundo según la clasificación del USDA, responde a la diversidad de materiales geológicos generadores junto con la topografía local y la variación en el drenaje natural. Esta variabilidad en tipo de suelos implica que su aptitud de uso y manejo con fines agropecuarios es diferente. De alguna forma, la distribución espacial de los distintos sistemas productivos en el país, responde en buena parte a la variabilidad de esa capacidad de uso.

Independientemente de su clasificación, todos los suelos cumplen una serie de funciones vitales en los ecosistemas. La función productiva de proveer alimentos, fibra y energía, es quizás la más reconocida por el común de la población. Sin embargo, los suelos tienen también un rol clave en el secuestro de C, la regulación del clima, el ciclo de nutrientes, el hábitat de micro y macro fauna, la regulación del ciclo hidrológico y son fuente de recursos genéticos y microbianos entre otros.

Desde inicios del último siglo, Uruguay ha triplicado la producción de bienes agropecuarios y todavía tiene potencial para aumentarlo en un 50% en los próximos 10-15 años. Sin embargo, este proceso de intensificación productiva pone una presión creciente sobre los recursos naturales, particularmente el suelo y el agua que es necesario gestionar.

Cuando un suelo se degrada, las funciones vitales que cumplen estos en los ecosistemas se ven afectadas; asunto que si no es gestionado, produce costos económicos, ecosistémicos o sociales.

Entre las principales causas de degradación de suelos a nivel global se encuentran la deforestación o cambios del uso del suelo, las malas prácticas de uso y manejo agrícolas, la urbanización y el crecimiento de la población, el cambio climático y la polución ambiental.

Los procesos de degradación más notorios que ocurren en los suelos son la erosión, la pérdida de C orgánico, el desbalance de nutrientes, la compactación y el encostramiento, la pérdida de biodiversidad, la acidificación y la salinización. Estos procesos tienen impactos negativos sobre la disponibilidad y la calidad del agua, la producción de alimentos, la aceleración del cambio climático, la reducción de servicios ecosistémicos y aspectos socio-económicos.

Para prevenir la degradación de suelos en los sistemas productivos, es clave la implementación de prácticas de uso y manejo de suelos conservacionistas. Entre estas prácticas destacan el monitoreo de la calidad del suelo, la rotaciones, la secuencia de cultivos y pasturas, la reducción o eliminación del laboreo, la cobertura de residuos, el manejo de la fertilización, la disposición y tratamiento de residuos orgánicos, la sistematización y el drenaje, entre otros.

La investigación nacional es clave en la generación, adaptación y validación de indicadores y coeficientes robustos que sirvan para evaluar los impactos de las prácticas de manejo de suelos y cultivos sobre los recursos naturales y para el desarrollo o adaptación de buenas prácticas agrícolas. La investigación ha generado o adoptado, a través de trabajos de mediano y largo plazo, información y tecnologías valiosas que han sido utilizadas por el sector productivo y han contribuido al diseño de políticas públicas para la conservación del recurso y la sostenibilidad económica y ambiental de los sistemas productivos.

En este sentido, los experimentos de largo plazo, como el de rotaciones de La Estanzuela instalado en 1963 y otros similares en INIA y la UdeLaR, constituyen plataformas claves para responder problemas actuales o potenciales, o para generar escenarios futuros de los sistemas productivos. Estas plataformas, que INIA está abocada a potenciar en los próximos años con visión nacional, son el soporte para generar coeficientes técnicos y conocimiento sobre relaciones causa-efecto y modelar la dirección productiva, económica y ambiental que toman los sistemas productivos.