Uruguay se caracteriza por ser un país referente a nivel mundial por la calidad de sus carnes y su sistema de producción. Una cría sobre cielo abierto, con base pastoril, sin el agregado de proteínas animales y antimicrobianos en su alimentación, así como también un uso restringido de antimicrobianos en los animales dolientes y cumpliendo las bases del bienestar animal, le han permitido atender las demandas de los consumidores y el ingreso a determinados mercados. En las últimas décadas, diversos factores han generado que haya un solapamiento a diferentes niveles entre humanos y animales, el cual también ha tenido un impacto evidenciado a través de alteraciones del ecosistema. Este solapamiento viene de la mano de un mayor riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas (enfermedades infecciosas que se transmiten desde animales vertebrados al humano) por lo que es clave el enfoque de “Una Salud”. A su vez esto representa un desafío adicional, ya que varios de los antimicrobianos utilizados en el ganado son catalogados como de importancia crítica para el ser humano. Aunque por las características inherentes al tipo de producción, los animales criados de manera extensiva presentan un menor uso de antimicrobianos, esto no los exime de que porten patógenos resistentes a antimicrobianos de importancia para la salud veterinaria y pública. Este contexto genera la necesidad de un abordaje integral mediante métodos y estrategias de investigación que involucren a los diferentes actores (salud humana y animal) y que abarque la mayor cantidad de áreas (animal, ambiente y datos disponibles de bases de datos preexistentes). Realizar una aproximación del impacto de la presencia de agentes patógenos, su origen, sus vías de diseminación, su resistoma y como se interrelacionan con el ser humano y el ambiente (Harwood et al., 2014), permitirá disponer de información y diseñar estrategias de monitoreo que nos permitan mantener nuestro status a nivel mundial.